En los países del sur,
a los campesinos se les niega el derecho de vivir de su trabajo.
Son expulsados de sus tierras y terminan engrosando los arrabales
urbanos junto a los trabajadores migrantes. El Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internación obligan a privatizar los servicios
públicos y el acceso a la eduación y la salud se degradan
de día en día. El hambre es un drama cotidiano que
padecen más de 800 millones de hombres y mujeres.
En los países del norte,
las reestructuraciones y las deslocalizaciónes de empresas
alimentan un paro masivo. El capitalismo atenta directamente contra
los derechos sociales. Se alarga la vida laboral, se pone en cuestión
la protección social, la precariedad se extiende a sectores
amplios de la población y aumentan las desigualdades. La
represión y la criminalización se convierten en los
instrumentos para mantener el control y el orden social y la guerra
en el método para la dominación económica,
social y cultural.
Se destruye el medio ambiente
del planeta. El interes general y los bienes comunes de la
Humanidad (el agua, la tierra, la biodiversidad, las semillas, el
conjunto de los recursos naturales) están siendo privatizados.
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